Capítulo 2
El olor de la podredumbre golpeó mi nariz mientras las sombras cubrían mi pequeño cuerpo. Trepe por las cornisas subiendo hacia esa ventana rota en el tercer piso. Una vez dentro me recibió un pasillo oscuro con olor a sangre y muerte.
Mi pequeño cuerpo tembló ligeramente mientras el sonido de los huesos quebrándose llenó el espacio, en sólo un instante mi ágil cuerpo felino dio paso a mi cuerpo humano.
Camine por el pasillo hacia la única puerta que había. Saqué mi pañuelo de lino blanco y abrí la puerta entrando a una oficina vacía,sólo había un escritorio y un pequeño librero.
Camine hacia la pared libre apretando suavemente mi mano cubierta con mi pañuelo. El panel se movió dejando al descubierto un estrecho pasillo oscuro.
Camine por el, cerrando el panel a mis espaldas. Por unos minutos la oscuridad me envolvió, hasta toparme con una puerta de hierro envejecido.
La abrí usando mi pañuelo y entre a una gran sala saturada con el olor metálico de la sangre. Las luces blancas alumbraban bien el quirófano.
En la mesa de operación yacía un cuerpo pequeño, los rizos castaños se derramaban por la mesa. La piel blanca parecía brillar bajo las luces. Era una niña hermosa, de esas que esperas ver en los anuncios de televisión.
Sus ojos estaban abiertos sin ver. Su cuerpo desnudo está posicionado de una manera que podía ser examinado sin esfuerzo.
Del otro lado de la habitación dos cuerpos estaban colgados de un gancho. Sus vientres abiertos, vacíos. La sangre goteaba hacia una rejilla en el piso.
Era una vista grotesca.
Una puerta al fondo de la habitación se abrió dejando entrar a un hombre grande de gruesos brazos y barriga cervecera. Su delantal blanco estaba manchado de sangre. Su rostro tosco llevaba una sonrisa, y sus ojos negros mostraban su locura.
-Mi Fénix bonito ha venido a visitarme- dijo, caminando hacia el cuerpo en la mesa.
-Vine a hacer un control de calidad. Ese es el pedido del señor Yang?- pregunté señalando el cuerpo de la niña en la mesa.
Algunas personas sentirían náuseas y asco. Pero para mi esto era normal. Incluso había aceptado que algún día yo estaría en esa mesa. Algún día sólo mi cuerpo le serviría a la organización.
-Si, este es el pedido. Carne tierna. Sólo falta trocearla y colocarla en los contenedores.- Respondió
-Recuerda que él específico que los órganos internos deben ser separados.- Le recordé.
El señor Yang era un empresario de alto nivel con un gusto por la carne humana. Y nosotros nos encargaremos de complacerlo, por el precio justo.
-Lo recuerdo, tendré todo listo para los mensajeros.- dijo tomando un machete bien afilado.
Él se quedó ahí parado con el machete en la mano y una chispa de locura y diversión brillando en sus ojos. Yo sabía que él moría por poner sus manos en mi cuerpo, y algún día lo lograría, pero no hoy.
Asentí con la cabeza antes de girarme, nadie le daría la espalda a este tipo, pero me había enfrentado a los mounstruos mas aterradores y aun aca estaba, asi que este demente no movia nada en mi.
Salí de allí, sintiendo su mirada en mí y escuchando el sonido de su machete chocar contra la mesa.
Regrese sobre mis pasos, cambiando antes de saltar por la ventana, y perderme en la oscuridad de la noche.
El tráfico en esta hora del día era horrible, por suerte mi destino estaba cerca. A lo lejos podía ver las modernas torres Moon, un complejo de viviendas ultra lujosas donde vivían mis dulces hermanitos.
La pequeña multitud de personas sentadas frente a las puertas, eran en su mayoría adolescentes esperando ver a su idol preferido, este complejo era popular entre las estrellas jóvenes.
Algunas jóvenes se giraron a ver mi auto acercarse, pero perdieron rápidamente el interés al ver que no era alguien relevante. Salude amablemente al guardia de seguridad e ingrese al estacionamiento reservado para visitas.
Estacione mi mustang rojo cerca del ascensor donde esperaba mi hermano Samuel. Él se acercó a mí cuando apagué el motor y abrió el baúl.
-Como estas?- dije abrazando el ancho pecho de Samuel. Mi hermano me estrujo en un abrazo, levantándome un par de centímetros.
-Extrañando a la hermana mas linda del mundo!- dijo apretando el abrazo más. Sus manos se detuvieron en mi cintura, su ceño se frunció antes de decir lo que ya sabía.- Perdiste peso.
-Un poco. No logro recuperarlo.- respondí mientras tomaba un par de bolsas. Samuel se apresuro a tomar la mayoría de las bolsas- Puedo llevar mas bolsas.- En realidad podía con todas pero él no escucharía.
-Yo también puedo.- Respondió, cerrando el baúl de mi auto.
Mis hermanos eran expertos en tratarme como si fuera frágil.
-Están todos?- pregunte mientras tomaba el tramo de escaleras que nos llevaría al hall del complejo.
-Solo estamos Chris y yo. Los otros tenían actividad.- Me respondió mientras llamaba el ascensor.
-Y vos? Tenias día libre?- dije a la vez que el ascensor abría sus puertas.
-Una pequeña sección de fotos. Y me apresure a volver. Quería pasar mucho tiempo contigo.
Samuel era mi gigante amable, bueno èl y su gemelo, Kevin, ambos medían casi dos metros y su pecho amplio y tonificado sacaba más de un suspiro de sus fans pero para mi su personalidad amable, atenta y alegre era lo mejor que tenía.
Y si, soy ese tipo de hermana que cree que sus hermanitos son lo mejor que le pasó al mundo.
Las puertas del ascensor se abrieron al mismo tiempo que la puerta del departamento de mis hermanos. Era el único departamento en este piso.
-Tardaste demasiado!- dijo Chirstian mientras me saludaba y me arrebataba las bolsa que traía.
-El tráfico es una tortura a esta hora.-Respondí mientras me sacaba las zapatillas y me ponía mis lindas pantuflas blancas con mi nombre bordado en dorado. Un regalo de mis hermanos.
Entre a la gran sala de estar que se abría al comedor y la elegante cocina.
Mis hermanos ya habían puesto las bolsas sobre la mesada negra. Las pase de largo para lavarme las manos mientras ellos acomodaron las cosas que traje.
En una esquina note el mate preparado listo para ser tomado.
-Ya se porque sos mi hermano preferido.-le dije a Christian señalando el mate.
Él sonrió mientras alcanzaba el mate: - Deja de mentirme, igual te voy a invitar.
Me paso el primer mate mientras Sam ponía un plato con facturas frente a mi.
Dentro del plato había una que llamó mi atención.
-Cañoncito de dulce de leche…- dije tomándolo del plato y dándole un mordisco y derramando la azúcar impalpable por toda mi ropa. No importaba estaba demasiado en éxtasis mientras saboreaba la dulzura del dulce de leche
Mis hermanos sonrieron al ver mi felicidad por comer un cañoncito.
-¿Donde lo conseguiste?-Dije cuando tragué.
-Cerca del shopping "Las Flores", es una pequeña panadería. La dueña es de Argentina. Me dijo que el dulce lo hacen ellos.
-Voy a tener que pasar por ahí.-dije mientras terminaba mi cañoncito.
Tome otro mate antes de tomar la bolsa con cebollas que había llevado para preparar la cena que compartiría con mis hermanos.
Samuel me dio un cuchillo y juntos empezamos a pelar las cebollas mientras Chris seguía cebando mate. La cocina no era lo suyo.
La charla era ligera hablando de temas comunes. Mientras seguíamos con el mate y las cebolla peladas se acumulaban en el lavamanos con agua tibia. Cuando la puerta principal se abrió y dio paso a dos de mis hermanos.
-Ya estás aquí.-Dijo Marcos mientras se acercaba a mi. Me abrazó apoyando su cabeza en mi hombro.
-Yo también te extrañé- respondí apoyando mi cabeza en la de él.
-Bueno, Bueno, soltala enano.-Dijo Kevin empujado a Marcos a un lado obligándolo a soltarme así él podía estrujarme en un abrazo de oso.
Refregó su nariz en mi cabello inhalando mi aroma. Este acto demostraba la familiaridad y la comodidad que sentíamos.
Para los cambiaformas el aroma es importante. Es la forma de comunicarnos.
Mi aroma para mis hermanos, es calma, seguridad, tranquilidad, comodidad y sobretodo es hogar. Algún día ellos encontrarán otro aroma que les dará todos estos sentimientos y más, y esa persona será su pareja.
-Che,deja de acaparar a Nari.-dijo Samuel intentando que Kevin Me soltara, pero este me apretó más fuerte, enrollado su cuerpo alrededor del mío.
-No! Nari es mía, sólo mía!!!
- Sueltala, todos sabemos que Nari me quiere más a mí.-Dijo Marcos tironeando mi brazo hacia él.
Siempre era lo mismo cuando nos juntamos. Ellos peleaban por mi atención y yo tenía que dividirme para brindarles lo que necesitaba. Al fin y al cabo era mi función en nuestra manada.
- Ya sueltenme, me van a lastimar.- los tres se alejaron rápidamente de mi- Ustedes dos.- dije señalando a los recién llegados.- lávense las manos, vos Kevin, pela la papa, y Marcos agarra un cuchillo y ayúdame con las cebollas.
Los cuatro empezamos trabajar entre bromas y charlas.
Cuando la olla ya estaba en el fuego, la puerta principal se abrió, dejando entrar al último de mis hermanos. Santiago.
Pero esté camino por el pasillo, se escucho una puerta y después otra antes de que volviera. Camino por detrás besando mi mejilla.
-Huele riquísimo!- Dijo destapando la olla.
-Ahora voy a poner la carne.- Christian me alcanzó la bolsa de carne picada.
-Donde la compraste?- pregunto Sam observando la bolsa. Él era el cocinero de la casa.
- Es carne de indigente, la encargue especialmente para ti. -dije en broma
-Mi preferida-respondió- No te hubieras molestado.
-Nari! Samuel! No digan eso!- grito Marcos desde el sillón.
-¡Vamos! Cuantos indigentes te habrás comido.
-Las veces que se chupò los dedos sin saber que era un indigente! Y ahora se hace el delicado.
-Basta los dos o voy a devolver.- respondió mientras sostenía su estómago.
Era divertido burlarnos de él. Cuando éramos chicos habíamos escuchado la historia de un restaurante que vendía empanadas hechas con carne humana. Desde entonces Marcos tenía cierta aversión a las empanadas compradas.
- Fue un regalo. Carne importada de Argentina. Así que más vale la disfruten!
-¿Quien te lo regalo?- preguntaron los cinco al mismo tiempo.
-Alguien.- dije haciéndome la misteriosa.
-¿Hombre o mujer? ¿Lo conocemos?¿Tengo que golpearlo?-Christian pregunto mientras me miraba serio.
Mis hermanos eran sumamente protectores conmigo. Eran la definición de Guarda Bosques.
Sin querer que esto escale más le dije: - Lucía.
Lucía era la ex de mi hermano y mi mejor amiga. Ella había enviado carne de primera sabiendo que aquí no llegaba la carne de Argentina y era algo que extrañaba de mi país.
Por los ojos de mi hermano pasó un destello de dolor a la mención del nombre de su ex. Aunque había pasado un tiempo desde su rompimiento él todavía la quería. Y aunque odiaba el dolor de mi hermano, había entendido la decisión de Lucía al ponerle fin a su compromiso y su relación.
-Che Nari,¿qué vas hacer ahora? - pregunto Santiago. En un intento de redireccionar la conversación
-Voy a producir un disco.- Respondí intentando no darles demasiada información. Porque se que no les va a gustar mi próximo trabajo.
-¿De quien?-Samuel preguntó mientras ponía el relleno caliente en una fuente.
Saque las tapas de la heladera fijándome en la torta finamente decorada que esta esperando ser cortada.
-Blue Diamond…
No pude terminar de hablar antes de que mis hermanos empiecen con sus quejas.
- No deberías trabajar con ellos.
-Me opongo a que estas cerca de Ellos.
-Quien te ofreció ese trabajo? Voy hablar con él.
Deje que siguieran despotricando un momento más mientras me lavaba las manos. Tome la masa y la llene del relleno, antes de repulgar.
-Chicos!- dije un poco fuerte para ser escuchada. Cuando todos guardaron silencio prosegui a hablar. -Esto es trabajo. Y confío que Aron también lo toma como sólo eso. No se preocupen no va haber roces con él.
-Y que si quiere reconquistarte? No me gusta.- Marcos dijo cruzando sus brazos y haciendo un puchero con su boca.
-Él ya está con alguien más.- dije poniendo una empanada en la bandeja. Kevin tomó la bandeja y la metió al horno.
Hacer empanadas para un grupo de cambiaformas era un trabajo titánico. Comemos más que una personas normal. Pero había tantas manos trabajando que pronto terminaremos de repulgar.
-Claro, porque él es conocido por su fidelidad,no?-Dijo Kevin Con desdén en su voz.
-Y por casa cómo andamos?- Defendí. Él era mi compañero y aunque en su momento dolió no quería que nadie lo difame. - No creas que no se las cosas que andas haciendo.
-No se de que hablas.
-Lo sabes. Tienes una hermosa prometida, que te quiere y te ha apoyado en todo. No apruebo que andes boludeando con cualquier pibita que te encuentres. -dije mientras me servía una copa de vino que Chriss había abierto.-Haz pensado cómo eso puede afectar las relaciones entre ambas familias? ¿Cómo la hieres cuando haces eso? No creas que porque ella esta en París no se entera de nada...
-Ahora te preocupa la familia?- Kevin dijo con un tono de desdén interrupiendo mi discurso.- Después de lo que hiciste? No puedes hablar de familia cuando decidiste darle la espalda a tu familia por una pija.
Sin pensarlo desplegué mi aura Alfa, esta ejerció presión sobre él haciendo que mi hermano bajara la cabeza, mostrando sumisión .
-Yo no rompí esta familia, entiendelo. Y no estamos hablando de esa mierda. Estamos hablando de que si ya no quieres a Fer simplemente rompe el compromiso y dale la posibilidad de conocer a alguien que realmente la quiera. Queres pelotudear hazlo, pero primero hablalo con ella. Es lo mínimo que se merece de tu parte. Y esto va para los tres- dije señalando a mis otros dos hermanos.- Si ya no quieren a sus novias simplemente hablenlo. Entendido?
-Si, Nari- dijeron los cinco al unísono. Replegue mi aura Alfa. Antes de soltar una respiración profunda.
Santiago camino hacia el sistema de sonido y llenó la habitación con una melodía pegadiza que llevó a que nuestros cuerpos se movieran. Todos amábamos bailar. Nos reunimos en una ronda bailando dejando que la tensión de hace un momento se desvanece.
Éramos hermanos, y estos conflictos siempre pasarían. Pero mientras la música sonaba nos olvidamos de esas cosas.
Bailamos hasta que las empanadas estaban servidas. Comimos hasta llenarnos, charlamos y bromeamos. Hasta que el reloj dio las doce.
Mis hermanos apagaron la luz y las velas de la torta era lo único que iluminaba nuestro rostros.
-Que lo cumplan Feliz, que lo cumplan Feliz, que lo cumplan, que lo cumplan, que lo cumplan Feliz!!!!
Cantaron nuestros hermanos mientras Christian y yo soplamos la vela. Una vez las velas estaban apagadas y la luz volvió, abracé y besé la mejilla de mi mellizo.
Después de que todos me hayan felicitado. Camine hasta mi cartera y saque el regalo para Cris.
La entre la caja envuelta en papel azul y él me entregó una caja de igual tamaño de color dorado.
No necesitaba abrir mi regalo para saber que era. Nuestro vínculo de mellizos nunca fallaba. Y si no me equivocaba otra vez nos regalamos lo mismo.
Cosas de mellizos.