
El teléfono vibro con su mensaje. Como siempre solo un número se mostró en la pantalla. Con prisa me vestí, y arregle mi cabello de esa manera casual que tanto le gustaba. Mirándome al espejo tome el perfume que me regalo para mi cumpleaños, y me perfume, solo un poco.
Tomando mi billetera y las llaves salí hacia el cálido día de verano. Mi departamento estaba en el tercer piso de un viejo edificio en la zona céntrica de la ciudad, no era grande, pero era suficiente para mí.
Camine las pocas cuadras hacia el hotel con el sol agonizante de la tarde en mi espalda. Disfrute su calidez en mi piel.
Dejando atrás el sol moribundo y la calle bulliciosa entre en el hall de aquel hotel, sin mirar a nadie, me dirigí hacia el ascensor, ya sabía que habitación. Como rara vez nadie más me acompaño, observe la puerta, mientras mi mente se llenó de emoción, lo vería.
Era raro seguir emocionándome al pensar en él después de tantos años de ser íntimos. Cualquiera diría que después de tantos años de conocernos ya estaríamos acostumbrados. Pero no, después de 15 años todavía me siento como ese adolecente que con torpeza se presentó a su vecino.
El ascensor se detuvo en el piso de siempre sacándome de mi recuerdo. Con una sonrisa camine por el pasillo hacia esa puerta, con un golpe suave indique mi llegada. La puerta se abrió suavemente, entre en la habitación para encontrarlo apoyado en el sillón de la habitación.
Vestía su traje caro, diciéndome que apenas había salido de su trabajo. La corbata estaba sobre un maletín que se apoyaba en una pequeña mesa auxiliar. Sus zapatos estaban asentados cerca de a puerta.
Con una sonrisa extendió sus brazos, me metí en ellos, mientras rodeaba su cuello con los míos. Enterrando su nariz en mi cuello me susurro: -Te extrañe
-¿Día difícil?- Fue mi respuesta.
-Pesado- Dijo mientras, sus manos se apoyaba en la piel de mi espalda por debajo de la remera.
Levantando la cabeza, me miro, pidiendo lo que yo también quería. Bajando la cabeza tome sus labios en un beso suave. Pero poco a poco se convirtió en un beso lleno de necesidad. Su lengua jugo con la mía mientras sus manos subieron por mi espalda.
Separando nuestras bocas me aleje de él, caminando hacia la cama, ya sabíamos para que estábamos y no quería perder más el tiempo. El me siguió de cerca, pero parecía que la poca distancia entre nosotros era demasiado para él.
Me abrazo por la espalda deteniendo mi andar, sus manos se posaron en mi vientre. Mientras su boca jugo con mi cuello. Tire mi cabeza hacia atrás para darle mejor acceso, su boca contra mi piel era una sensación adictiva, sus manos trazando patrones indefinidos sobre mi estómago, solo me estimularon más.
Pronto levanto su cabeza mientras su boca buscaba la mía, sus manos subieron por mi vientre hasta encontrar mis pezones, ya erectos. Sin piedad los retorció, haciéndome gemir en el beso.
Separando nuestros cuerpos, camine mientras me sacaba la remera. Su camisa ya descartada en algún lugar de la habitación. Girándome hacia él desabroche el primer botón de mis pantalones. Sus manos alcanzaron las mías, como si no pudiera alejarlas de mí.
Nuestros labios se encuentran otra vez, siento su perfume mezclado con el olor de su sudor una fragancia tan intoxícante como única. Su perfume era el mismo que mío, para que nunca lo extrañe.
Mis manos vagaron sobre su cuerpo, bajando desde los hombros, por esos brazos tan bien formados, deteniéndose sobre su estómago. Dejando que la anticipación se sienta en su mente.
Sus manos ya había abierto mi cierre, mis pantalones quedaron atrapados en mis tobillos. Alejándose de mí se arrodillo a mis pies, ayudándome a sacar mis zapatillas. Apoyándome en sus hombros salí de mis pantalones, parándome frente a él, solo en ropa interior, la anticipación corrió por mi piel. Mire hacia el mientras sus manos empezaron a subir por mis piernas, su mirada nunca dejo la mía, sus manos pasaron por mis muslos, suavemente rozaron mis caderas, pero nunca mi entre piernas.
Parándose, se quitó sus pantalones, quedándose en ese bóxer negro que delineaba deliciosamente su erección, sin poder resistirme rose mis nudillos por su bulto. Un suave gemido escapo de su boca mientras sus manos encontraron mis caderas. Acercándome tomo mi boca en otro beso donde nuestras lenguas danzaban.
Nos sentí movernos, pero mi mente estaba nublada por la lujuria. Caí en la cama, con él encima de mí. Separando nuestras bocas, reí, seguro que me aplasto pero su peso era bien recibido. No importaba que no estuviéramos totalmente en la cama o que sus piernas estaban incómodamente enredadas con las mías. Su boca seguía jugando con mi cuello y su mano recorriendo mi costado.
Toque su costado dos veces hasta que entendió, se puse de pie mientras me acomode mejor en la cama. No paso mucho tiempo hasta que sus manos estaban sobre mi cuerpo, su boca se unió para adorarme, torturando mis pezones de manera deliciosa, sus manos vengaban por mi costado.
Pronto tortúrame los pezones no fue suficiente su boca bajo lentamente por mi estómago, hasta encontrar la cintura de mi bóxer. Lentamente sus manos bajaron la tela mientras su boca buscaba la cabeza de mi miembro.
Mi boca solo dejaba escapar gemidos de placer y anticipación, sentía su respiración sobre mi carne sensible. Un grito ahogado escapo de mis labios mientras su boca tomo mi pene. Su lengua recorrió mi longitud. Poco a poco logro tomar mi pene totalmente, mis manos se dispararon hacia su pelo tirando suavemente las hebras.
Sentía mi necesidad subir, pero así no quería, lo necesitaba mu dentro mío. Con un jalón fuerte él soltó mi pene para subir en busca de mis labios, mis manos encontraron el camino a su espalda. Debía tener cuidado, ninguna marca debía quedar.
Su bóxer desapareció en algún momento, como no sé, solo importaba sentir su pene moliéndose con el mío. Sus manos tocándome, pronto la fricción no fue suficiente. Se arrodillo, buscando en la mesita el lubricante y el condón.
Observe como extendía el látex sobre su erección, mi mano tonteaba sobre su pecho, jugando con sus pezones ya erectos.
Extendí mis piernas cuando abrió el lubricante, pronto el frio liquido toco mi entrada. Un dedo travieso traspaso mi anillo de carne. Haciéndome gemir más fuerte, por el ardor y la quemazón que sentí. Tan bueno, amaba ese pequeño dolor que me recordaba que eso no era un sueño.
Pronto al primer dedo se le sumo otro, y al segundo un tercero, ya mis gemidos eran ruidosos y las palabras eran irreconocibles. Pronto sus dedos dejaron mi entrada y la cabeza de su pene beso mi agujero. Su dureza me violo haciendo que algunas lágrimas cayeran de mis ojos, el placer fue abrumador, amaba su pene en mi entrada.
Pronto las embestidas me hicieron mover por la cama, hasta que mi cabeza choco contra el cabezal de la cama. La pequeña incomodidad no era nada comparada con el placer que sentía su cuerpo.
Su pene se frotaba entre ellos, el placer recorría su cuerpo, pronto se acabaría. Él también lo sabía, su mano bajo para acariciar mi pene, mientras sus embestidas se hacían cada vez más profundas y erráticas, él también estaba cerca, también quería llegar al éxtasis.
Demasiado rápido mi semen cubrió nuestros cuerpos. Mientras el placer me inundo, sentí sus embestidas más y más fuertes, hasta que se detuvo el calor lleno mis entrañas. Me moría por sentir su semen inundándome, pero no tenía ese deleite.
Salió con cuidado de mí sosteniendo el forro lleno de su semilla. Mi cuerpo cubierto de sudor y nuestras respiraciones agitadas, todo lo que quería era tirarme a dormir pero el tiempo había acabado. Él se levantó y fue al baño la ducha corrió yo mire al techo todavía sintiendo los efectos de mi orgasmo.
Él salió secándose con la toalla, diría que se ducho en la oficina, ya lo sabía. Se vistió rápidamente, antes de marcharse deposito un beso en mi boca.
Sabía que era hora de irme pero mi cuerpo se sentía pesado, cansado. Juntando fuerzas me duche, me vestí y salí. La noche estaba en su apogeo, cálida sin ser sofocante, era ideal para caminar.
Crucé la calle pensando, no por primera vez, que iba hacer de mi vida.
Pronto llegue a mi departamento, me senté frente al televisor sumido en mis pensamientos. No era la primera vez que notaba la soledad, siempre el hueco regresaba con cada despedida.
Yo no existía en su vida, en esa vida de fantasía, en esa vida con su mujer y sus hijos, yo ahí no existía. Él no existía en la mía, él no era mi amigo o mi vecino de la infancia. Éramos solo un secreto oculto en el armario, solo una fantasía que cobraba vida una tarde a la semana.
Otra vez me pregunto, ¿porque lo hago? ¿Sera por amor o por costumbre? ¿Por qué seguir resignándome a ser nadie? Y aunque diga que no lo volveré a ver, sé que lo hare nuevamente.
Por rutina, por amo o por simple apego, sé que seguiré siendo quien en la oscuridad espera ese mensaje que iluminara, no solo la pantalla de su celular, si no también su vida. Aun cuando sea un mensaje silencioso.
Fin
Wanda me encantó esta historia.
ResponderEliminarWanda una pequeña observación, se podría cambiar el color amarillo a la letra, es que se camufla un poco con el fondo rosado haciendo difícil su lectura. Pero por lo demás está super.
Mil gracias por compartir este regalo. Bendiciones. ♥♥♥
Me olvide de eso, ya la cambio
EliminarA este ya lo habia leido
ResponderEliminary recuerdo que sentí mucha
pena x el chico😯!
Aunque tambien me gusto mucho😉!
Bsos😗❤💋💋💋💋💋